Diario emocional de un mochilero

Si lo que deseas no viene a ti, usa el plan ve.

Cap. 38 - El café.

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Cap. 38 - El café.

Y finalmente me encuentro aquí en Morón. Provincia de Buenos Aires, Argentina. Justo en la cafetería frente  a mi querido colegio de toda la vida. El Instituto San José. Colegio al que vine desde los 4 años hasta los 17 que egresé.

Tantos  hermosos recuerdos invaden mi alma. Parece capricho del destino que hoy por la mañana  tomaba un café eterno con uno de mis mejores amigos de la infancia. Cuantos años pasaron ya decíamos con Santiago. Cuánta agua ha pasado por debajo del puente desde  entonces.

Me interrumpe la escritura el camarero que con una increíble amabilidad mi mira y me dice:

- "hola pa, te dejo la carta para que elijas tranquilo".

Me mira de frente. Se percata de mis ojos rojos, de las lágrimas de emoción que corren por mis mejillas. Intuye que han sido decenas de ellas porque no puedo parar de llorar.

- ¿Estás bien? - me pregunta

- Si pa - Le contesto con la voz entrecortada - Lloro porque me siento feliz quedate tranquilo.

Se retira lentamente esbozando una gran sonrisa en su rostro. La gente de la cafetería me observa. ¿Estarán pensando por qué no

puedo parar de llorar? .

Y yo simplemente... no puedo dejar de escribir...

¿Por qué lloro?

Te lo voy a contar a ti que llegaste hasta el final de este libro. Al final de esta historia sobre sueños y miedos en la que he dejado mi alma durante más de 24 meses viajando por el mundo.

Es muy sencillo realmente entender lo que me pasa ahora mismo.

Lloro porque al ver mi colegio y recordar mi infancia veo en lo que me he convertido ahora. Una persona de bien. Un valiente que decidió enfrentar sus miedos para construir la realidad que quería en su vida. Una persona sensible, comprometida y trabajadora.

Todo aquello en lo que soñaba cuando era un niño. El protagonista de mi vida. El actor principal de la historia de mis sueños...

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El tiempo pasa muy despacio ahora mismo. Logro dejar de llorar. Un riquísimo café con leche y una deliciosa medialuna de manteca adornan ya mi mesa. Cada vez me sereno más. Una sensación de profunda paz comienza a recorrer mi cuerpo. Me detengo a reconocerla, a sentirla, a disfrutarla.

Comienzo a hacer un pequeño repaso mental de todo lo que he tenido que pasar hasta llegar aquí. Todo lo que he tenido que vivir hasta llegar a este momento. Me siento feliz, me siento pleno. Me siento una persona profundamente realizada que ha conseguido aquello que tanto quería. Aquello que tanto añoraba.

No le puedo pedir nada más a la vida. Solo puedo agradecerle una y mil veces por permitirme ser la persona que siempre he querido ser.

Yo mismo. Así como me ven. Con mis defectos y virtudes. No me interesa lo que tengo. No tengo necesidad de presumir de ello. Sólo me interesa  ser lo que soy...

Yo Soy Lucas y me amo.